La verdad es que no me invertiría en ti de no ser porque aun busco experimentar algo que me haga sentir que estoy viviendo. Pero ojo, ese algo jamás será miedo, eso ya lo siento todo el tiempo.
Estoy buscando sentirme con vida, no viva, con vida. No es que mi vida no sea suficiente, ni que me sienta profundamente miserable, es que con todo el corazón aun espero que haya algo más en la vida que solo confort, o miedo, o la palpitante inminencia de la vejez.
Siendo honesta, tu look no me convence, y tu complexión física debo decir, —————. Tu actitud es rarísima y la verdad es que no me caes bien, yo jamás me juntaría contigo en otras circunstancias. Pero también creo que hay terreno por salvar dentro de ti, que no todo puede ser malo y que a veces, me diviertes.
Tus ojos son bonitos, y tu piel está usualmente bien. Sé que sufres ansiedad, y me conmueve que uses esmalte de uñas para intentar arreglarlo. Aleatoriamente me pregunto si estas extrañando a tus hermanos, si hay alguien a quién ames y si sabrás quién es tu Beatriz, pero es probable que no entiendas ninguno de los conceptos anteriores, porque honestamente, no pareces entender el amor.
Eso ultimo podría parecer muy agresivo de mi parte, altivo quizás, tonto definitivamente. La realidad es que yo no podría saber ni tener idea de qué tanto conoces o no del amor, aunque las personas que se expresan de otras como tú lo haces, definitivamente carecen de algo, no sé si de sentido del respeto o simplemente de amor.
Entre miles de cosas, cuando pienso en ti, que, por cierto, es casi nunca; me convenzo de que eres el producto de un ambiente muy específico en el que los varones blancos son la cima del mundo, el epítome de lo divino, lo más cercano a Jesucristo súper estrella. Y así te has comportado.
Ocasionalmente recuerdo la primera vez que te mire fijamente a los ojos, tú te reíste, no sé si por la tensión o por nervios, o por la idea loca que retienes de tus días de escuela de que todas las niñas te desean —te aviso que ya no parece ser así—. Ahora pienso en ese momento como uno de varios en los que sin querer mostraste amplia vulnerabilidad. Tal vez solo sentías muchísimas ansias y yo estaba quitándote el tiempo, debo decir que las posibilidades de conjetura son infinitas, y me entretiene pensarlas.
Pero no es mentira que has llegado a ser vulnerable, al final del día, es un hecho que puedes llegar a actuar como un niño, uno que no llama las cosas por su nombre porque le apenan, y que cree merecerlo todo, aunque no se atreva a pedirlo. ¿Lo habrás tomado por la fuerza alguna vez?
Es probable que yo esté inventando estas ideas en mi cabeza con base en interpretaciones erróneas, y solo seas un recipiente medio lleno. Sin embargo, si estuviésemos en Crepúsculo, el appeal de tu personaje sería justo eso, la posibilidad de llenar el resto de ti con las ideas que yo ya me hice.
De cualquier forma, al final siempre dan las seis y yo me voy, y no vuelvo a pensar en ti hasta que te veo de nuevo. No creo volver a escribirte nunca, pero sé que tú lo harás y de a poco, sabré quién se supone que eres.