Quemarse a lo Bonzo

O mejor dicho, seguir adelante sin ti.

Solía pensar que todas las cosas que no estaba diciéndote después de que te fuiste, estaban inmolándome.

Creo que tú no lo sabes, pero inmolarse significa prenderse fuego a uno mismo. La práctica ha sido usada como una señal de protesta, y yo, siempre he tenido una fijación con la valentía.

Valiente es lo que quiero ser.

Así que todas las palabras que no te decía, parecían estar arrasando conmigo desde adentro. Pero ya no había espacio para eso, porque ya te había dicho todo lo que era necesario el día en que te dije adiós. Así que escribí todo en una libreta, solo para calmar las imperantes ansias.

Hoy ya no me siento así, todo ese fuego se ha apagado solo. Si alguna vez viste Súper Escuela de Héroes, sabrás que sin oxígeno no hay fuego. Y parece que ha pasado exactamente igual dentro de mí, deje de alimentar tu fuego con mi tiempo.

O más bien, deje de alimentar el fuego que era sobre ti, con todo lo que tenía de mí.

Estoy feliz de haber crecido, aunque ocasionalmente yo te extraño.

Sé que vas a volver, como lo has hecho antes, pero no tiene caso que lo hagas.

¿Sabes que un hombre español se inmoló y sobrevivió? Durante el resto de su vida, vio caer la dictadura que lo llevo a prenderse en fuego en primera instancia. Jamás diría que su caso y el mío son comparables, porque yo no me iba a morir, ni siquiera metafóricamente hablando.

Pero ¿recuerdas cuando te dije que estábamos haciendo de nuestras vidas un infierno? Algo de Bonzo habrán tenido los meses que pasamos juntos.

Tal como ese hombre español, yo no me arrepiento, y espero que tú tampoco lo hagas.

Te lo escribo siempre, y quizás no te lo dije tanto, pero

Te quise. Te quiero.

Still.

Ever after.

Hasta donde pueda, y mientras te recuerde.

Hace unos días, _____ _________, cuya identidad será la única publica en este blog (porque el jamás leerá esto) me dijo algo con tanta lógica que me sacudió to my core: “haz lo que hacen los amigos”. Sin embargo, en la misma conversación se tomó la libertad de evidenciar que no somos parte de nuestras vidas. Y por eso, me resulta una locura pensar que tú y yo seamos amigos.

Ya no tengo más palabras que decirte, excepto que preferiría que dejases de entrar y salir de mi vida, porque aunque reconozco que no te invitaré a pasar de nuevo, me duele negarte la entrada.

Antes de cerrar, quiero que sepas que tú fuiste mi Paxton Hall-Yoshida y que, sin saberlo, me ayudaste a superar la muerte de mi padre.

(¿Recuerdas cuando te conté que mis dos amigos y yo ya no éramos amigos? Tu dijiste que tal vez yo había tomado la decisión equivocada y yo te dije, casi entre lágrimas, que solo quería que los tres fuésemos amigos de nuevo. Hoy por fin hablé de esto que me agobiaba y, aunque esos días de gloria ya se perdieron, por fin estamos en paz).